lunes, 19 de diciembre de 2011

PARA PENSAR

"LA MEDICINA PARA EL ESTRÉS SE LLAMA MEDITACIÓN"
“Buena parte de las dolencias que padecemos tienen una causa emocional y de descontrol de pensamiento”, señala Vallejo-Nágera. Esta es la premisa de la que parten las técnicas de reducción del estrés basadas en la atención plena (o “mindfulness”, en inglés) desarrolladas en la Universidad de Massachusetts (EEUU) hace más de un treinta años.
Cuando una persona tiene estrés, señala Vallejo-Nágera, lo primero que sufre es la calidad de su sueño y, en segundo lugar, el aparato digestivo. Para los pacientes que la psicóloga trata en el Centro Médico de Enfermedades Digestivas, en Madrid, “la medicina tradicional no ofrecía soluciones”, señala.  La alternativa es este programa en el que a lo largo de cinco semanas los pacientes aprenden técnicas que, según explica, “les servirán para toda la vida”.
¿Cómo, exactamente?  Incorporamos a la medicina tradicional occidental conceptos o hábitos que se vienen manejando desde hace siglos en la medicina oriental. El cuerpo es la voz de un sistema emocional que no puede expresarse más que a través de la mente. Como mente y cuerpo pertenecen a misma persona, el beneficio de una repercute en beneficio de otra. Y viceversa. El estrés se auto induce. Sus hermanas mayores son la ansiedad y la angustia. El cerebro se va programando con amenazas externas que no suelen ser tan amenazadoras en la realidad. Por eso hay que enseñar a las personas a “desprogramarse”. No se trata de evadirte, al contrario. Se trata de hacer lo mismo que todos los días, tus actividades cotidianas, pero con la conciencia lúcida, con el sistema nervioso tranquilo. Plenamente atento y presente.
¿Qué es lo que aprenden estas personas? La primera técnica es respirar. Cuando decimos a los pacientes que les vamos a enseñar a respirar se frustran, porque están esperando algo extraordinario. Pero cuando la persona está nerviosa respira mal. Respira sólo con la zona clavicular, con lo cual el cerebro se oxigena peor y se entumece. En segundo lugar, les enseñamos a meditar. No hay nada aquí religioso ni evasivo. Es un ejercicio intelectual poderosísimo. Cuando la persona está estresada, el cerebro se queda entumecido, y el problema lo absorbe todo. Pero después de seguir el curso y aprender a meditar todos los días, el cerebro sigue contemplando el problema, pero también las soluciones. Lo prueban, por ejemplo, los experimentos de Herbert Benson (de la Universidad de Harvard) sobre los efectos de la meditación en el cerebro.
Para eso no hacen falta psicólogos... Las técnicas de la atención plena se acompañan, en el contexto terapéutico, de terapia cognitivo-conductual: orientas a las personas para que descubran cómo las emociones modifican el pensamiento y este, a su vez, modifica la acción. El programa de reducción de estrés consiste en saber qué hacer para pisar el freno, y encontrar ese espacio necesario entre emoción, pensamiento y acción.


 
Antes de actuar, frena. ¿Quién necesita frenar? En el contexto de este programa, personas con trastornos digestivos y neurológicos, fibromialgias, dolores de cabeza, alteraciones del sueño por estrés… El alumno pone en práctica en casa todo lo que aprende en clase. La recompensa es una mejoría en su salud y, en el caso de los enfermos con problemas digestivos, capacidad para alimentarse y disfrutar de la comida, en lugar de engullir o utilizar la comida para “anestesiarte”. Todos ellos aprenden a disfrutar las rutinas diarias. La ducha de la mañana, por ejemplo, es un momento placentero, pero la persona estresada no lo disfruta; está pensando  en el futuro. La meditación ayuda a disfrutar del momento presente.
¿Qué piensa de esto la comunidad médica? En EEUU estas técnicas llevan muchos años poniéndose en práctica. Pero España no es, precisamente, un país pionero en este sentido. La comunidad médica va estando cada vez más preparada porque la unión de cuerpo y mente es real, y los médicos son cada vez más conscientes. Algo importante es que no se ha producido ni un solo caso en el que esta metodología cause daños. Si no se practica, no se producen beneficios, eso es todo. En el curso de verano organizado por la Universidad Autónoma de Madrid [donde Vallejo-Nágera impartía un curso de estrés y deterioro cognitivo]  con científicos de otras universidades, todos coincidíamos en esto: la medicina contra el estrés se llama meditación.
Hay quien dice que no tiene tiempo para meditar. No es más que una excusa. No tiene que ver con el tiempo sino con estar presente. Su mente se proyecta en la cantidad de cosas que tiene por hacer, y no está disfrutando de lo que está tiene entre manos en este momento.
Y hay quien desconfía de la palabra meditación. Los españoles tienen la idea de que meditar es evadirse, o es cosa de vagos o de hippies. Pero esa creencia no es real, es puro desconocimiento. Se trata de tomar conciencia de en qué y cómo llevas a cabo tu rutina diaria. De prestar atención absoluta al cuerpo y a la mente.
* Natalia Martín Cantero es periodista. Si quieres ponerte en contacto con ella, escribe a natalia@vidasencilla.es

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