Un particular análisis electoral del 20N, uno más
Por Carles Torrijos, periodista y politólogo.
Varios factores podemos citar para interpretar los resultados de las Elecciones Generales del pasado 20 de noviembre. En clave nacional, destaco la debacle socialista que bajo la promesa de hace cuatro años de que sería la legislatura del pleno empleo, ha sumido a la clase media española en un ambiente depresivo sin parangón. Rajoy, calladito, ha recogido el testigo, pero no le han salido callos. Eso sí, el bipartidismo PP-PSOE ha caído once puntos porcentuales y se asoma otro partido de ámbito nacional, que no es Izquierda Unida, que ya ha cuajado en Madrid y en Valencia, Unión Progreso y Democracia.
El PSOE sabía perfectamente que ya no podía jugar las bazas de la política económica, pues la Gran Recesión sigue haciendo mella en las cuentas del Reino. Tampoco podía aferrarse a los asuntos sociales, tras los recortes y el deterioro de la calidad del Estado del Bienestar. Menos todavía, en temas de política exterior. Desde ‘volver al corazón de Europa’, a llamar `fracasada’ a Merkel cuando ganó sus primeras elecciones en Alemania, a no levantarse al paso de la bandera de Estados Unidos en un desfile. El reguero de despropósitos merece una miniserie para televisión. Además, mandó sacar a toda prisa las tropas españolas destinadas en Irak para luego aumentar las de Afganistán. Por último, faltó, por primera vez en la historia, a la Cumbre Iberoamericana del año pasado. Lamentable.
Fíjense si es una calamidad, que las esperanzas de un nuevo inquilino, demócrata, en la Casa Blanca, no han variado un ápice las relaciones con Washington. Zapatero se ha ido sin pisar la vivienda de Obama y sin pasar un fin de semana en Camp David. La única bala que quedaba en la recámara, y que han usado tanto el presidente en funciones como su candidato, Rubalcaba, era la del final de la violencia etarra en la campaña.
Pese a que la marca de la izquierda abertzale está edulcorada y la componen varias formaciones variopintas, tres cabezas de lista de Amaiur han pertenecido a Batasuna y la justicia española y europea, bajo el amparo de sentencias firmes, sostienen que Batasuna es ETA y viceversa.
Aunque obviáramos este mayúsculo detalle, el apoyo nacionalista se diluye al sur de los Montes Vascos. A saber, si hacemos números, la coalición Amaiur se lleva el gato al agua, el Partido Socialista de Euskadi se hunde y pierde cuatro escaños y el PP obtiene unos resultados, simplemente, decentes. La clave está en que si existiera un país llamado Euskal Herria, con capital en Pamplona, y sin datos del Iparralde francés, el 74% de los votantes del País Vasco más los de Navarra no serían -ni lo son- nacionalistas, defienden la Constitución, la democracia española y no están por la labor de un nuevo Anschluss (anexión) a la austriaca.
Y eso sin olvidarnos de la marciana Ley Electoral vigente. Si algunos partidos como el PSOE y UPyD defienden la eliminación de las Diputaciones, ya va siendo hora de que la circunscripción electoral provincial se borre del mapa por una a nivel autonómico, al menos. Lo ideal sería una a nivel nacional, como pasa en las elecciones al Parlamento Europeo. Si esto ocurriera, los partidos nacionalistas se verían obligados a reformular su discurso y ofrecer uno válido para el interés general, esto es, el de todos los españoles, no el de unos pocos, que, encima, consideran ominosa la identidad nacional que aparece en su DNI. Además, populares y socialistas verían reducida su presencia en el Congreso y en el Senado.
El Breviario de Cicerón sigue tan actual ahora que es lectura obligada para cualquier experto en marketing político.
El inicio de la campaña electoral ha cambiado mucho desde el inicio de la restauración de la democracia en España. Las redes sociales han relegado al tradicional pegado de carteles. Pero ambos conviven, por el momento.
Marco Tulio Cicerón y su hermano eran twitteros
Sin duda, estas elecciones han estado marcadas, al menos por los equipos de campaña de Rajoy y Rubalcaba, por el uso masivo de las redes sociales, en concreto, del fenómeno del microblogging llamado Twitter. Sin duda, los partidos con menos medios llevan tiempo haciendo uso de estas herramientas y ya va siendo hora de ahorrar en costes relacionados con la campaña electoral e ir pensando en reducir papeletas, sobres, miembros de mesa, dietas y profundizar en la tecnología necesaria para el voto electrónico.
No obstante, sigo pensando que las palabras del hermano pequeño de Marco Tulio Cicerón, Quinto, al explicarle el Breviario de Campaña Electoral, siguen vigentes hoy en día. Pero, y de eso estoy seguro, si hoy vivieran Marco y Quinto tendrían perfil en Twitter y argumentarían, como dice el profesor universitario Guillermo López, que el uso de las redes sociales te hace más humano y menos político. Y, según el romano, las cualidades que no tienes, debes aparentar que las dominas con total naturalidad.
Usemos, así, los postulados de este libro de más de 2.000 años de antigüedad, que siguen tan vigentes como los inventos de la rueda y el fuego e incluyámoslos como nuevos trendt topic. Pues la era digital avanza y la verdadera campaña electoral no dura dos semanas, sino, 365 días durante cuatro años. Es exigible que los políticos estén en constante alerta toda la legislatura y que no se olviden de los electores, porque si bien estos se comportan como tales el domingo de las elecciones, el resto del año son vecinos, ciudadanos y contribuyentes. Y de su buen porvenir depende el sueldo de aquellos. Si las redes acercan el político al pueblo, bienvenidas sean. Cicerón, como he dicho, retwittearía desde su Iphone. No lo duden.
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